Revista Vórtice #17 El Universo “Asteroides, valiosos informantes cósmicos”

Asteroides, valiosos informantes cósmicos

Sandra López Trujeque * autora

En nuestro sistema solar existen, además de objetos individuales como el Sol, los planetas y los satélites naturales o lunas, objetos astronómicos formados por un conjunto de dos o más cuerpos celestes, como los cinturones de asteroides.

Los cinturones de asteroides son regiones en forma de anillo que albergan, además de asteroides, diversos cuerpos celestes, entre los que se encuentran satélites y planetas enanos.

Al cinturón más cercano a nuestro planeta se le conoce también como cinturón de asteroides principal. Esta región se localiza entre el planeta rojo, Marte, y el gran gigante Júpiter, y en ella destacan: Ceres, un planeta enano y el objeto más grande de este cinturón; Palas, uno de los asteroides más grandes del sistema solar; y Vesta, el asteroide más brillante y el único que a veces se puede ver a simple vista desde la Tierra.

La cantidad de material que forma este cinturón es tan grande, que si todos los objetos que lo conforman se hubieran agrupado, habrían formado un planeta, situación que no ha sucedido debido a las perturbaciones gravitacionales de Júpiter. Además de mantener a los objetos separados, estas perturbaciones son responsables de la existencia de los huecos de Kirkwood, unas zonas del cinturón en las que no hay asteroides, pero cuando alguno llega ahí, su órbita se desestabiliza tanto que el asteroide puede ser enviado hacia un planeta y colisionar con él. Entre las colisiones más famosas en nuestro planeta se encuentra la que sucedió en la península de Yucatán hace unos 65 millones de años, creando el cráter de Chicxulub y extinguiendo el 76 % de las especies.

Algunas películas han “recreado” cinturones de asteroides como zonas invadidas de rocas en movimiento, con el riesgo de chocar con la nave espacial que atraviesa la zona, ¿recuerdas alguna? Las escenas que hemos disfrutado en el episodio V de La guerra de las galaxias, por ejemplo, son solo producto de la imaginación, ya que efectivamente son miles los asteroides que hay en esas regiones, pero se encuentran tan separados unos de otros, que es prácticamente imposible que una nave espacial choque repentinamente con alguno.

Los asteroides son diversos en forma, tamaño y hasta en el tipo de material del que están hechos. Aunque suelen ser de forma irregular, algunos son más o menos esféricos; se calcula que los más pequeños llegan a medir apenas unos doce metros y el más grande mide unos 1000 kilómetros.

Los asteroides se pueden clasificar por su composición y por su brillo. Hay asteroides carbonáceos tipo-C, de silicato tipo-S y metálicos tipo-M. Los primeros reflejan muy poca luz, por lo que son muy oscuros; estos asteroides se componen de minerales arcillosos, aunque pueden contener hidrógeno, helio y otros materiales. Los asteroides tipo-S se componen principalmente de silicatos y exhiben un color ligeramente rojizo; y los tipo-M o metálicos poseen una luminosidad similar a los de tipo-S, pero tienen cantidades importantes de hierro y níquel.

Cuando dos asteroides están cerca pueden colisionar entre sí y formar una nueva familia de asteroides al fraccionarse o simplemente chocar y quedar unidos.

Una de las teorías sobre el origen de los asteroides del cinturón principal es que se originaron a partir de la nebulosa protosolar, que es la que formó también nuestro sistema solar hace unos 4600 millones de años, por lo que estos objetos son de gran utilidad para los científicos interesados en conocer mejor la formación de nuestro sistema solar. Los asteroides son además, objetos de gran interés porque pueden brindar información sobre cómo se originó la vida en la Tierra y podrían convertirse incluso en fuentes de explotación para obtener elementos valiosos, como platino, níquel o cobalto.

Es tan grande el interés por conocer mejor los asteroides y otros cuerpos celestes, que en los últimos años la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio ha organizado dos misiones: la misión Dawn para explorar Vesta y Ceres, dos cuerpos extraterrestres del cinturón de asteroides, y la misión ARM (Asteroid Redirect Mission), primera misión robótica para visitar un gran asteroide cercano a la Tierra, capturar un pedazo de varias toneladas y redirigirlo a una órbita estable alrededor de la Luna, para que otra misión tripulada lo estudie y traiga muestras a la Tierra. En este marco, el 27 de septiembre de 2007 la NASA envió la sonda Dawn, con ella exploró Vesta durante 14 meses y desde marzo de 2015 orbita Ceres. Esta sonda dejará de enviar información durante la segunda mitad de este 2018, pero seguirá orbitando Ceres indefinidamente. Por otra parte, se espera que la nave espacial robótica de la ARM se lance al final de esta década; mientras eso sucede, se siguen descubriendo nuevos asteroides cercanos a la Tierra (desde 2013 se han catalogado más de mil nuevos) y se estudia la velocidad, órbita, tamaño y giro de los asteroides que parecen ser los mejores candidatos para la ARM.

* Departamento de Comunicación de las Humanidades. Dirección de Comunicación de Conocimientos, UAEM. sandra.lopez@uaem.mx