Revista Vórtice #19 Secretos de la materia “Los inhibidores “verdes” de la corrosión”

Los inhibidores “verdes” de la corrosión

Ian Didiere Vázquez Aguirre * autor

Hoy en día el uso de materiales metálicos (MM) facilita las condiciones de vida del hombre, por lo que sería prácticamente imposible hablar de desarrollo, avance y modernización, sin mencionar el uso y aplicación de los MM. Sin embargo, los metales tienden a deteriorarse por su alta susceptibilidad al oxígeno presente en el ambiente en el que se encuentren (aire, agua o suelo). El deterioro de los MM ocurre por una reacción de tipo óxido-reducción, que se produce entre el metal que compone al material y el oxígeno del medio. Por ejemplo, una varilla base fierro (Fe) que se encuentra a la intemperie, con el paso del tiempo se oxidará, apreciándose como resultado la aparición de un residuo color rojizo marrón en su superficie, lo que da cuenta de la formación de óxidos de fierro (FeO y Fe2 O3). Dependiendo del metal base del MM es la coloración que toma la deposición de los respectivos óxidos.

La corrosión es un proceso imposible de evitar y se presenta en todas las estructuras metálicas, por lo que es uno de los principales problemas que causan pérdidas económicas en el ámbito industrial y generan contaminación. Para reducir los daños que provoca la corrosión en tuberías, tanques de mezclado, tubos en espiral y otras superficies de materiales, equipos e instrumentos metálicos, es posible mitigar la velocidad a la que ocurre.

Entre los diferentes métodos de prevención y control de la corrosión, el más rentable y práctico es el uso de inhibidores de la corrosión (IC), que son substancias o aditivos que al ser aplicados sobre la superficie metálica, forman una barrera protectora que protege el metal contra los agentes corrosivos que lo atacan. Otra vía es añadir los IC en pequeñas concentraciones en el medio agresivo, lo cual produce una disminución en la velocidad de la corrosión.

Actualmente, en el desarrollo de los IC, diversas investigaciones se encaminan en la evaluación de diferentes compuestos heterocíclicos nitrogenados, los cuales han resultado ser adecuados IC. Sin embargo, muestran los siguientes inconvenientes: elevado costo, alta toxicidad y el hecho de ser muy prolongada su permanencia en el ambiente. Debido a los peligros que acarrea el uso de IC de tipo orgánico sintético, la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés) y la Directiva de Restricción de Sustancias Peligrosas de la Unión Europea, se han encargado de proponer nuevas legislaciones ambientales, como la Ley de Control de Sustancias Tóxicas, para restringir el uso indiscriminado de diversos compuestos tóxicos (entre ellos, los IC) y proponer nuevas opciones de estudio que motiven la generación de investigación y desarrollo de IC ambientalmente amigables. Por ello, el estudio de inhibidores de origen vegetal ha despertado gran interés y actualmente se realizan diversos estudios e investigaciones en la búsqueda y exploración de moléculas naturales que sean eficientes como IC. Se trata de materiales vegetales, comestibles y/o medicinales, que son de origen natural, biodegradables, no tóxicos, de bajo costo y ambientalmente amigables; por lo que se han llamado inhibidores verdes de la corrosión (IVC), lo que permite considerarlos ecológicos, sustentables y finalmente aceptables.

La intención de mitigar los procesos de corrosión ha propiciado la apertura y expansión de un tema relevante en el intento de preservar los MM, principalmente por los altos costos que supone el reemplazo total de piezas corroídas, así como para garantizar la seguridad en la prevención de accidentes, puesto que frecuentemente conllevan la pérdida de vidas humanas y derrames en el ambiente. Éstos afectan todo el ecosistema donde se produce el evento, lo cual perjudica catastróficamente la fauna y la flora, así como los suelos, al penetrar en el subsuelo y llegar hasta los mantos freáticos, con efectos que pueden ser muy persistentes.

Actualmente, en la Facultad de Ciencias Químicas e Ingeniería, los doctores María Guadalupe Valladares Cisneros y Álvaro Torres Islas realizan actividades de investigación orientadas al estudio de IVC, para el desarrollo de alternativas verdes de control de la corrosión de MM en diferentes medios agresivos, como los bioenergéticos (biodiesel y gasohol).

* Estudiante de maestría. Facultad de Ciencias Químicas e Ingeniería, UAEM. ian121294@gmail.com

Revista Vórtice #19 Secretos de la materia “Omega-3 como neuroprotector”

Omega-3 como neuroprotector

Jorge Luis Martínez Osorio * autor

A lo largo de la historia, los omegas se han obtenido a través de la dieta, sin conocer los beneficios que conlleva su consumo. Tienen un gran aporte para la prevención de enfermedades, principalmente neurodegenerativas, las cuales se pueden definir como aquellas que con el paso del tiempo van avanzando y provocan un daño gradual, tanto físico como mental. También previenen las enfermedades cardiovasculares, que afectan el corazón y los vasos sanguíneos, por ejemplo: presión alta e infarto al miocardio. Entre los beneficios se destacan acciones neuroprotectoras; esto quiere decir que brindan protección a las neuronas y crean un ambiente favorable en el cuerpo para no desarrollar cierto tipo de afecciones.

Hasta el año 2006 se dieron a conocer los beneficios de los omegas, sobre todo de los omega-3; esto debido a que se realizaron estudios sobre el estilo de vida de la población europea, que se caracteriza por consumir una dieta mediterránea, la cual se basa en su mayoría en el consumo de semillas, pescados, aceites y vid, que son los principales alimentos ricos en estos ácidos grasos (omega-3). Un estudio reveló que esa población era menos propensa a padecer enfermedades cardiovasculares, al igual que neurodegenerativas, por el gran consumo de omegas presentes en su dieta.

Los omega-3 son ácidos grasos de cadena larga, los cuales son esenciales para la especie humana, ya que no los biosintetiza, esto quiere decir que el cuerpo no los puede elaborar; se pueden obtener mediante la dieta y provienen de los ácidos eicosapentaenoico (EPA ) y docosahexaenoico (DHA),los cuales se pueden encontrar en las profundidades del mar, en los pescados grasos o pescados azules, como lo son el arenque, la sardina, el salmón y la anchoa, entre otros. El consumo de este tipo de especies marinas de color azul puede tener alguna utilidad en los tratamientos o en la reducción de afecciones de distintas enfermedades, como problemas cardiacos o neurodegenerativos, además se ha observado que tiene un efecto positivo contra la inflamación.

Las enfermedades neurodegenerativas siempre han existido, pero se relacionaban mayormente con factores hereditarios, edad, nivel socioeconómico y ocupación laboral; en los últimos años se ha encontrado una relación de estas enfermedades con la dieta, sobre todo con los omegas. Hoy en día su consumo en la dieta se propone para la prevención y/o tratamiento de estas enfermedades, ya que tienen un fuerte impacto.

Se han hecho estudios que demuestran que un consumo deficiente de omega-3 produce pérdida de la memoria y de la agudeza visual, problemas de aprendizaje y alteraciones cognitivas que implican una deficiencia en las funciones básicas, como el habla, la atención e incluso el comportamiento, y que puede desencadenar en enfermedades como la demencia y delirios. Lo mismo pasa en las enfermedades neurodegenerativas; los pacientes que presentan la enfermedad de Alzheimer tienen bajas concentraciones de omega-3 en el cerebro y la sangre.

El papel principal del omega-3 es a nivel del sistema nervioso, especialmente en el central, pues ayuda al desarrollo cognitivo, auditivo, visual y a la memoria del aprendizaje.

La principal causa del Alzheimer es la edad, ya que con ella se van oxidando mayormente las neuronas. Los omega-3 actúan como protectores de éstas, en conjunto con otros antioxidantes (naturales), por eso es importante consumir omega-3 en la dieta diaria, ya que si tenemos buen consumo desde jóvenes, podemos prevenir la aparición de la enfermedad. Estos ácidos grasos se proponen como tratamiento porque actúan retardando el progreso del Alzheimer y disminuyendo los síntomas. Cabe aclarar que esta enfermedad no tiene cura. Para su tratamiento se pueden utilizar suplementos de omega-3 en la dieta, además de ácidos grasos y antioxidantes.

Este tratamiento aún está en evaluación, ya que su descubrimiento es relativamente nuevo, pero mediante los diversos estudios que se han realizado en pacientes con esta enfermedad, se ha demostrado que sí se tiene una respuesta favorable. Por ello se busca fomentar un mayor consumo de omega-3 en la población, ya que se demostró que tienen un papel importante en el organismo, previniendo enfermedades neurodegenerativas y cardiovasculares.

* Estudiante de licenciatura. Facultad de Nutrición, UAEM. luis19azu@gmail.com