Revista Vórtice #20 La Tierra y sus habitantes “Bueno, bonito y barato para la restauración”

Bueno, bonito y barato para la restauración

Yakin Acosta García * autor

Al mirar un paisaje, por lo general notamos los aspectos evidentes, los árboles, los ríos, las nubes, etcétera; sin embargo, esto es sólo a primera vista y nos limita saber si esa era la condición original. Este es el caso de los bosques del centro de México, los cuales prácticamente son desconocidos, lo que representa un sesgo para su valoración. En este contexto, hace algunos años, cuando comenzó mi acercamiento con la biología, de manera familiar hacíamos pequeñas caminatas por el bosque y eran notables las zonas sin árboles. Esto despertó mi curiosidad por saber la causa de esa condición y también saber si existía alguna forma para poder revertir el problema. Ante todo esto, un día de clases escuché el término “restauración ecológica”, que en pocas palabras significa «orientar los ecosistemas, como los bosques, los pastizales y los matorrales, para que tomen el rumbo natural»; y así fue que surgió un sinfín de preguntas, las cuales tenía que responder y por lo tanto, decidí trabajar con este tema.

En el camino aprendí por ejemplo, que en su mayoría, los proyectos de restauración han sido llevados a cabo en áreas con clima cálido y muy pocos en clima templado. Esto considerando solamente aquellos proyectos que retomaron los aspectos obligatorios de este tipo de acciones, como el uso de especies nativas —definidas como «aquellas especies que son locales»— y tomar como guía el modelo de sucesión ecológica, que se refiere al «cambio que se da en fases, de manera natural, en los ecosistemas que han sido afectados por alguna actividad humana o un desastre natural, como una erupción volcánica». Un problema común en este tipo de proyectos es confundir el término reforestar con restaurar; para aclararlo, definiremos la reforestación como la acción de plantar especies con crecimiento arbóreo. Es importante mencionar que la restauración ecológica no es una receta de cocina, pero sí debe seguir los conceptos antes mencionados, así seguramente tendremos menor cantidad de errores y será un poco más fácil llegar a nuestro objetivo.

Recapitulando, topamos con la realidad y comprobamos que la práctica es mejor que la teoría, ejemplo de ello es el corredor biológico Chichinautzin, ubicado en la porción norte del estado de Morelos, que está categorizado como área de protección de flora y fauna, y que presenta graves problemas de deforestación, donde se han invertido cantidades considerables de recursos económicos que no han tenido un efecto positivo. Ante la compleja situación en esta región, se desarrolló la alternativa para producir especies forestales nativas a un bajo costo económico y ambiental, además de generar plantas de alta calidad, lo que representa una probabilidad elevada de sobrevivencia. Todo lo anterior usando suelo de la región, aserrín y estiércol de ovinos en diferentes cantidades, elementos que son abundantes y de fácil acceso en la mayoría de los municipios que están incluidos en el corredor biológico y que a diferencia de los fertilizantes que se emplean en un vivero forestal tecnificado, no generan impactos negativos hacia el ambiente. Esta alternativa está orientada a aquellas personas interesadas en restaurar áreas que perdieron productividad agrícola a causa de la erosión, o que por no poseer la cantidad mínima de área de terreno, no son sujetos de programas financiados por la Comisión Nacional Forestal. Estas circunstancias son problemas comunes en dicha región. Con este difícil escenario, el camino resulta extenso, dando la oportunidad a la participación de todos los sectores de la sociedad en la importante práctica de la restauración ecológica, no con el fin de comprobar un gasto, sino con el objetivo de mantener los bienes y servicios ambientales, como la captura de carbono, la recarga de los mantos freáticos, la regulación del clima y la formación de suelo que el corredor provee a todo el estado de Morelos.

* Estudiante de maestría. Centro de Investigaciones Biológicas, UAEM. acosta.yakin@gmail.com