Revista Vórtice #20 Ser humano “Patologías “programadas” La importancia de la nutrición durante el embarazo”

Patologías “programadas” La importancia de la nutrición durante el embarazo

Emma Sofía Pérez Gómez * autora

Durante años se tuvo la idea errónea de que el feto estaba a salvo de cualquier daño o enfermedad mientras se encontrara dentro del vientre materno, y que cualquier resultado de un mal desarrollo en el útero se manifestaría inmediatamente o en los primeros años de vida del bebé. Sin embargo, estudios demuestran que patologías tales como la diabetes mellitus II, trastornos hormonales o metabólicos e hipertensión arterial, entre otras, se relacionan con la nutrición y los cuidados de la madre durante el embarazo. México ocupa uno de los primeros lugares en sobrepeso y obesidad infantil en el mundo, y a lo largo de su vida, estos niños pueden presentar consecuencias y complicaciones que desencadenen enfermedades crónicas no transmisibles, tales como diabetes e hipertensión. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la diabetes es una de las 10 primeras causas de muerte en el mundo y la hipertensión arterial es la responsable del 50% de las muertes por cardiopatías o accidente cerebro vascular.

Es conocido por todas las madres, por ejemplo, que el ácido fólico puede prevenir malformaciones en el tubo neural del bebé; ellas comprenden la importancia de consumirlo en las primeras semanas de embarazo y así evitar este defecto que será identificado inmediatamente después del nacimiento. Sin embargo, hoy se habla de una nueva teoría, en la que se dice que durante su crecimiento dentro del útero, el feto es susceptible a los daños y estímulos que recibe la madre por parte del medio ambiente que le rodea, y que éstos pueden influir de manera permanente en la vida del individuo, lo que da origen a “bebés programados” para padecer estas enfermedades.

Si bien es preocupante que el recién nacido tenga un peso mayor a 4 kilos, lo cual lo catalogaría como bebé macroscópico y lo predispondría a padecer diabetes en edad adulta, es también de gran relevancia que el bebé nazca con una talla y peso bajos, ya que esta condición predispone al pequeño individuo a padecer hipertensión arterial y también diabetes durante su adultez. El bebé con un bajo peso o prematuro tiene una mayor predisposición a tratar de ahorrar los nutrientes como una respuesta fetal, para así conservar glucosa para el cerebro, lo cual puede ocasionar una deficiencia para producir insulina y posteriormente, en la edad adulta, presentar una posible diabetes mellitus tipo II. De igual manera, un recién nacido con bajo peso al nacer presenta mayor vulnerabilidad al ambiente y estilo de vida, y por tanto un riesgo mayor de hipertensión arterial, a diferencia de los nacidos dentro del peso adecuado e incluso de los bebés macroscópicos. Se trata de que el feto generará una respuesta propia como medio de defensa, debido por lo general a la falta de nutrientes. El feto sufrirá una adaptación metabólica, lo que provocará una limitación en su crecimiento, sin embargo, asegurará su subsistencia dentro del útero, a pesar del déficit de nutrimentos, pero lo programará para padecer enfermedades en su vida adulta. Ahí radica la importancia de una buena alimentación materna para evitar el nacimiento prematuro y el peso bajo al nacer, ya que éstos además pueden inducir a una disfunción vascular, destacando que la nutrición que recibe el feto en el útero le ayuda a regular el desempeño de los tejidos que tienen actividad en el metabolismo después del nacimiento.

Es importante destacar que la hipertensión arterial y la diabetes son patologías que pueden predisponerse durante el desarrollo in utero, pero al igual que en otras patologías, influyen otros factores, como el ambiente, la dieta y el ejercicio en la vida adulta. Sin embargo, es trascendental que desde el embarazo la madre tenga una nutrición adecuada y completa, ya que así es seguro prevenir que el infante padezca cierta patología a temprana edad o en la edad adulta. Sin dejar de mencionar que posterior al nacimiento, será también significativo que se lleve a cabo la lactancia, de manera que la leche materna sea el único alimento durante los primeros seis meses de vida del niño y que posteriormente sea complementaria a la alimentación hasta los dos años. Esta es la mejor manera de proporcionar a los infantes la nutrición adecuada para su crecimiento y desarrollo en los primeros años de vida.

* Estudiante de licenciatura. Facultad de Nutrición, UAEM. emmasofiap30@gmail.com

Revista Vórtice #20 Ser humano “Dieta cetogénica, una dieta que sí es milagro”

Dieta cetogénica, una dieta que sí es milagro

Laura Aline Viveros Ruiz * autora

En la actualidad podemos mencionar más de diez “dietas milagro” diferentes, las cuales prometen dar resultados favorables en un tiempo corto. Normalmente, el objetivo principal de estas dietas es la reducción de peso, fácil y sin actividad física. Otra de sus características es que la mayoría se basa en el consumo de un solo alimento (como la dieta de la manzana) o grupo de alimentos (sólo frutas y verduras, por ejemplo). Cabe mencionar que hacer una restricción en los grupos de alimentos puede ser perjudicial para la salud. Una dieta correcta debe cumplir con ciertos criterios, entre los que se encuentra ser completa, lo que quiere decir que debe incluir todos los grupos de alimentos: cereales, alimentos de origen animal, frutas, verduras, leguminosas, etcétera.

A continuación te contaré sobre una dieta que ha sido popular, ya que se ha dado a conocer como una dieta milagro, no sólo por sus resultados en la reducción de peso, sino también porque tiene grandes beneficios como tratamiento terapéutico, es la dieta cetogénica.

La dieta cetogénica (DC) es alta en grasas (hiperlipídica), con un aporte de proteínas adecuado (normoprotéica) y un bajo aporte de carbohidratos. Fue diseñada para el tratamiento contra las crisis convulsivas, propias de la epilepsia. Ésta es una enfermedad propia del sistema nervioso y puede deberse a múltiples factores (genéticos y ambientales), se caracteriza por la actividad eléctrica anormal en las células cerebrales (neuronas), como un corto circuito, provocando eventos convulsivos y pérdida del conocimiento.

A principios del siglo XX, desde la Clínica Mayo, el doctor Russel M. Wilder mencionó los efectos anticonvulsivantes del ayuno, a consecuencia de la producción de los cuerpos cetónicos (CC). Los CC son compuestos producidos a partir de la oxidación (o desecho) de las grasas y tienen como función principal brindar energía al cerebro en situaciones excepcionales, pues la principal fuente de energía del cerebro es la glucosa (carbohidratos) o coloquialmente conocida como azúcar.

La propuesta del doctor Wilder era realizar una dieta rica en grasas, de donde se obtendrían los CC, y pobre en carbohidratos, mostrando mejoría en los pacientes epilépticos. Fue entonces cuando nació la dieta cetogénica. Los resultados de esta propuesta se fueron difundiendo con el paso del tiempo, sin embargo, su uso se dejó a un lado por la aparición de los primeros fármacos para las crisis epilépticas (anticomiciales) y por la dificultad para mantener este tipo de dieta durante un tiempo prolongado. Sin embargo, hace poco más de 20 años se retomó el uso de la DC para el tratamiento anticonvulsivante, sobre todo en pacientes con epilepsia refractaria (ER). Ésta es aquella en la cual, a pesar de que los pacientes lleven una prescripción farmacológica adecuada, no presentan ninguna mejoría, incluso se ve todo lo contrario, al grado de que las crisis impiden un desarrollo apropiado en los pacientes, provocando un deterioro progresivo del sistema nervioso; este tipo de epilepsia se diagnostica en niños.

Lo que se busca al realizar una dieta cetogénica es semejar los cambios bioquímicos asociados con el ayuno y así conseguir el efecto que éste ejerce en el control de las crisis convulsivas. El organismo está sometido a un estado anabólico en el ayuno, de esta manera la DC lo obliga a utilizar los nutrimentos que se encuentran en más abundancia, las grasas, como fuente de energía.

En varias ocasiones se ha demostrado que los niños con ER que han llevado la DC, al menos 50% de ellos mostraron una mejoría significativa en sus crisis convulsivas. Cabe destacar que antes de iniciar con el tratamiento se debe evaluar al paciente, la DC no es igual para todos los pacientes, ésta debe ser individualizada, aunque su diagnóstico sea parecido. Existen variantes dentro de los rangos que se manejan en los macronutrientes (carbohidratos, proteínas y lípidos), de los cuales se derivan los tipos de DC: DC clásica, DC con triglicéridos de cadena media, dieta Atkins modificada y dieta de bajo índice glucémico. Además, es necesario que durante los procesos de evaluación y tratamiento esté presente un grupo multidisciplinar (médico especialista, nutriólogo, enfermeras, psicólogo, etcétera) para adecuar el tratamiento y que así la intervención sea exitosa. En cuanto al tratamiento farmacológico, tiene que ir de la mano con la DC; también deberá de ser individualizado, ya que las crisis convulsivas son diferentes en cada paciente.

* Estudiante de licenciatura. Facultad de Nutrición, UAEM. laura.viverosr@uaem.edu.mx

Revista Vórtice #19 Secretos de la materia “Omega-3 como neuroprotector”

Omega-3 como neuroprotector

Jorge Luis Martínez Osorio * autor

A lo largo de la historia, los omegas se han obtenido a través de la dieta, sin conocer los beneficios que conlleva su consumo. Tienen un gran aporte para la prevención de enfermedades, principalmente neurodegenerativas, las cuales se pueden definir como aquellas que con el paso del tiempo van avanzando y provocan un daño gradual, tanto físico como mental. También previenen las enfermedades cardiovasculares, que afectan el corazón y los vasos sanguíneos, por ejemplo: presión alta e infarto al miocardio. Entre los beneficios se destacan acciones neuroprotectoras; esto quiere decir que brindan protección a las neuronas y crean un ambiente favorable en el cuerpo para no desarrollar cierto tipo de afecciones.

Hasta el año 2006 se dieron a conocer los beneficios de los omegas, sobre todo de los omega-3; esto debido a que se realizaron estudios sobre el estilo de vida de la población europea, que se caracteriza por consumir una dieta mediterránea, la cual se basa en su mayoría en el consumo de semillas, pescados, aceites y vid, que son los principales alimentos ricos en estos ácidos grasos (omega-3). Un estudio reveló que esa población era menos propensa a padecer enfermedades cardiovasculares, al igual que neurodegenerativas, por el gran consumo de omegas presentes en su dieta.

Los omega-3 son ácidos grasos de cadena larga, los cuales son esenciales para la especie humana, ya que no los biosintetiza, esto quiere decir que el cuerpo no los puede elaborar; se pueden obtener mediante la dieta y provienen de los ácidos eicosapentaenoico (EPA ) y docosahexaenoico (DHA),los cuales se pueden encontrar en las profundidades del mar, en los pescados grasos o pescados azules, como lo son el arenque, la sardina, el salmón y la anchoa, entre otros. El consumo de este tipo de especies marinas de color azul puede tener alguna utilidad en los tratamientos o en la reducción de afecciones de distintas enfermedades, como problemas cardiacos o neurodegenerativos, además se ha observado que tiene un efecto positivo contra la inflamación.

Las enfermedades neurodegenerativas siempre han existido, pero se relacionaban mayormente con factores hereditarios, edad, nivel socioeconómico y ocupación laboral; en los últimos años se ha encontrado una relación de estas enfermedades con la dieta, sobre todo con los omegas. Hoy en día su consumo en la dieta se propone para la prevención y/o tratamiento de estas enfermedades, ya que tienen un fuerte impacto.

Se han hecho estudios que demuestran que un consumo deficiente de omega-3 produce pérdida de la memoria y de la agudeza visual, problemas de aprendizaje y alteraciones cognitivas que implican una deficiencia en las funciones básicas, como el habla, la atención e incluso el comportamiento, y que puede desencadenar en enfermedades como la demencia y delirios. Lo mismo pasa en las enfermedades neurodegenerativas; los pacientes que presentan la enfermedad de Alzheimer tienen bajas concentraciones de omega-3 en el cerebro y la sangre.

El papel principal del omega-3 es a nivel del sistema nervioso, especialmente en el central, pues ayuda al desarrollo cognitivo, auditivo, visual y a la memoria del aprendizaje.

La principal causa del Alzheimer es la edad, ya que con ella se van oxidando mayormente las neuronas. Los omega-3 actúan como protectores de éstas, en conjunto con otros antioxidantes (naturales), por eso es importante consumir omega-3 en la dieta diaria, ya que si tenemos buen consumo desde jóvenes, podemos prevenir la aparición de la enfermedad. Estos ácidos grasos se proponen como tratamiento porque actúan retardando el progreso del Alzheimer y disminuyendo los síntomas. Cabe aclarar que esta enfermedad no tiene cura. Para su tratamiento se pueden utilizar suplementos de omega-3 en la dieta, además de ácidos grasos y antioxidantes.

Este tratamiento aún está en evaluación, ya que su descubrimiento es relativamente nuevo, pero mediante los diversos estudios que se han realizado en pacientes con esta enfermedad, se ha demostrado que sí se tiene una respuesta favorable. Por ello se busca fomentar un mayor consumo de omega-3 en la población, ya que se demostró que tienen un papel importante en el organismo, previniendo enfermedades neurodegenerativas y cardiovasculares.

* Estudiante de licenciatura. Facultad de Nutrición, UAEM. luis19azu@gmail.com