Revista Vórtice #20 La Tierra y sus habitantes “Bacterias superresistentes: un peligro latente”

Bacterias superresistentes: un peligro latente

Raúl Omar Salazar Martínez * autor

¿Alguna vez te has preguntado qué son las bacterias? Éstas son los microorganismos unicelulares más pequeños que existen en la Tierra y pueden vivir en lugares donde otros seres vivos prácticamente no podrían durar mucho. Una gran cantidad de ellas son beneficiosas e inofensivas para el ser humano y varias se encuentran en la piel y el tracto digestivo, proporcionando un efecto protector del sistema inmune. Además, existen bacterias que se utilizan en procesos de fermentación en la fabricación de alimentos y en biofactorías para la producción de fármacos.

Pero no todas las bacterias son buenas, también existen bacterias patógenas, que son microorganismos capaces de provocar un gran número de enfermedades infecciosas. Una vez que entran al cuerpo, las bacterias patógenas se multiplican de manera exponencial, causando daño celular, produciendo toxinas y otras proteínas responsables de enfermedades, como infecciones por estafilococos, faringitis estreptocócica, gonorrea, algunos tipos de neumonía y enfermedades diarreicas, entre otras.

Estos microorganismos patógenos se pueden combatir a través del uso de antibióticos. Históricamente la penicilina fue el primer antibiótico, descubierta en 1928 por Alexander Fleming, redujo de manera significativa la mortalidad por enfermedades infecciosas. Hasta nuestros días se han desarrollado un gran número de antibióticos, que son capaces de destruir o impedir el crecimiento de ciertos microorganismos patógenos. A pesar de los grandes avances de la ciencia, los antibióticos cada vez son menos eficaces y esto se debe a las estrategias de supervivencia que han desarrollado las bacterias a través de mutaciones genéticas, volviéndose inmunes a la acción de los antibióticos más habituales; esta capacidad es la que da origen a las llamadas “bacterias superresistentes”, característica que se debe al uso incorrecto de los antibióticos, así como a la presión ambiental por el empleo de desinfectantes y antisépticos en nuestra vida cotidiana. La Organización Mundial de la Salud (OMS) pone especial atención en bacterias de alto peligro, como Acinetocater, Pseudomonas, E. coli, Serratia, Proteus y varias enterobacteriáceas, por su alta resistencia frente a los antibióticos más potentes (tercera generación) y señala la gran importancia del desarrollo de nuevos antibióticos que sean capaces de atacar a aquellas bacterias que ya no pueden ser tratadas con los tratamientos actuales. Por fortuna, varios grupos de investigación trabajan en el descubrimiento y desarrollo de nuevos antibióticos que sean eficaces frente a las bacterias superresistentes, pero la lucha no es nada fácil, dada la gran diversidad genética de las bacterias y su extraordinario poder de adaptación.

Pero, ¿cómo se puede prevenir la resistencia bacteriana? Algunas de las estrategias que se deben considerar es el uso racional de los antibióticos, la forma de prescribirlos, la no automedicación y saber que los antibióticos son de uso exclusivo para tratar infecciones bacterianas y que no son eficaces para tratar virus, como los causantes de resfriados estacionales, la influenza y la gripe.

Cuando tu médico indique un tratamiento que incluya el uso de antibióticos, sigue las instrucciones al pie de la letra; los tratamientos inconclusos y prolongados aumentan significativamente la posibilidad de una infección resistente en el futuro.

La fármaco-resistencia es un problema de salud a nivel mundial y cada año aumenta el número de casos de muertes por enfermedades infecciosas, debido a que las terapias con antibióticos son cada vez menos eficaces.

Es de gran importancia crear conciencia del uso adecuado de los antibióticos y de esta manera asegurar una vida útil para futuras generaciones.

* Estudiante de licenciatura. Centro de Investigaciones Químicas, UAEM. omar.salazar1997@outlook.com

Revista Vórtice #20 Ser humano “Patologías “programadas” La importancia de la nutrición durante el embarazo”

Patologías “programadas” La importancia de la nutrición durante el embarazo

Emma Sofía Pérez Gómez * autora

Durante años se tuvo la idea errónea de que el feto estaba a salvo de cualquier daño o enfermedad mientras se encontrara dentro del vientre materno, y que cualquier resultado de un mal desarrollo en el útero se manifestaría inmediatamente o en los primeros años de vida del bebé. Sin embargo, estudios demuestran que patologías tales como la diabetes mellitus II, trastornos hormonales o metabólicos e hipertensión arterial, entre otras, se relacionan con la nutrición y los cuidados de la madre durante el embarazo. México ocupa uno de los primeros lugares en sobrepeso y obesidad infantil en el mundo, y a lo largo de su vida, estos niños pueden presentar consecuencias y complicaciones que desencadenen enfermedades crónicas no transmisibles, tales como diabetes e hipertensión. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la diabetes es una de las 10 primeras causas de muerte en el mundo y la hipertensión arterial es la responsable del 50% de las muertes por cardiopatías o accidente cerebro vascular.

Es conocido por todas las madres, por ejemplo, que el ácido fólico puede prevenir malformaciones en el tubo neural del bebé; ellas comprenden la importancia de consumirlo en las primeras semanas de embarazo y así evitar este defecto que será identificado inmediatamente después del nacimiento. Sin embargo, hoy se habla de una nueva teoría, en la que se dice que durante su crecimiento dentro del útero, el feto es susceptible a los daños y estímulos que recibe la madre por parte del medio ambiente que le rodea, y que éstos pueden influir de manera permanente en la vida del individuo, lo que da origen a “bebés programados” para padecer estas enfermedades.

Si bien es preocupante que el recién nacido tenga un peso mayor a 4 kilos, lo cual lo catalogaría como bebé macroscópico y lo predispondría a padecer diabetes en edad adulta, es también de gran relevancia que el bebé nazca con una talla y peso bajos, ya que esta condición predispone al pequeño individuo a padecer hipertensión arterial y también diabetes durante su adultez. El bebé con un bajo peso o prematuro tiene una mayor predisposición a tratar de ahorrar los nutrientes como una respuesta fetal, para así conservar glucosa para el cerebro, lo cual puede ocasionar una deficiencia para producir insulina y posteriormente, en la edad adulta, presentar una posible diabetes mellitus tipo II. De igual manera, un recién nacido con bajo peso al nacer presenta mayor vulnerabilidad al ambiente y estilo de vida, y por tanto un riesgo mayor de hipertensión arterial, a diferencia de los nacidos dentro del peso adecuado e incluso de los bebés macroscópicos. Se trata de que el feto generará una respuesta propia como medio de defensa, debido por lo general a la falta de nutrientes. El feto sufrirá una adaptación metabólica, lo que provocará una limitación en su crecimiento, sin embargo, asegurará su subsistencia dentro del útero, a pesar del déficit de nutrimentos, pero lo programará para padecer enfermedades en su vida adulta. Ahí radica la importancia de una buena alimentación materna para evitar el nacimiento prematuro y el peso bajo al nacer, ya que éstos además pueden inducir a una disfunción vascular, destacando que la nutrición que recibe el feto en el útero le ayuda a regular el desempeño de los tejidos que tienen actividad en el metabolismo después del nacimiento.

Es importante destacar que la hipertensión arterial y la diabetes son patologías que pueden predisponerse durante el desarrollo in utero, pero al igual que en otras patologías, influyen otros factores, como el ambiente, la dieta y el ejercicio en la vida adulta. Sin embargo, es trascendental que desde el embarazo la madre tenga una nutrición adecuada y completa, ya que así es seguro prevenir que el infante padezca cierta patología a temprana edad o en la edad adulta. Sin dejar de mencionar que posterior al nacimiento, será también significativo que se lleve a cabo la lactancia, de manera que la leche materna sea el único alimento durante los primeros seis meses de vida del niño y que posteriormente sea complementaria a la alimentación hasta los dos años. Esta es la mejor manera de proporcionar a los infantes la nutrición adecuada para su crecimiento y desarrollo en los primeros años de vida.

* Estudiante de licenciatura. Facultad de Nutrición, UAEM. emmasofiap30@gmail.com

Revista Vórtice #20 Ser humano “Dieta cetogénica, una dieta que sí es milagro”

Dieta cetogénica, una dieta que sí es milagro

Laura Aline Viveros Ruiz * autora

En la actualidad podemos mencionar más de diez “dietas milagro” diferentes, las cuales prometen dar resultados favorables en un tiempo corto. Normalmente, el objetivo principal de estas dietas es la reducción de peso, fácil y sin actividad física. Otra de sus características es que la mayoría se basa en el consumo de un solo alimento (como la dieta de la manzana) o grupo de alimentos (sólo frutas y verduras, por ejemplo). Cabe mencionar que hacer una restricción en los grupos de alimentos puede ser perjudicial para la salud. Una dieta correcta debe cumplir con ciertos criterios, entre los que se encuentra ser completa, lo que quiere decir que debe incluir todos los grupos de alimentos: cereales, alimentos de origen animal, frutas, verduras, leguminosas, etcétera.

A continuación te contaré sobre una dieta que ha sido popular, ya que se ha dado a conocer como una dieta milagro, no sólo por sus resultados en la reducción de peso, sino también porque tiene grandes beneficios como tratamiento terapéutico, es la dieta cetogénica.

La dieta cetogénica (DC) es alta en grasas (hiperlipídica), con un aporte de proteínas adecuado (normoprotéica) y un bajo aporte de carbohidratos. Fue diseñada para el tratamiento contra las crisis convulsivas, propias de la epilepsia. Ésta es una enfermedad propia del sistema nervioso y puede deberse a múltiples factores (genéticos y ambientales), se caracteriza por la actividad eléctrica anormal en las células cerebrales (neuronas), como un corto circuito, provocando eventos convulsivos y pérdida del conocimiento.

A principios del siglo XX, desde la Clínica Mayo, el doctor Russel M. Wilder mencionó los efectos anticonvulsivantes del ayuno, a consecuencia de la producción de los cuerpos cetónicos (CC). Los CC son compuestos producidos a partir de la oxidación (o desecho) de las grasas y tienen como función principal brindar energía al cerebro en situaciones excepcionales, pues la principal fuente de energía del cerebro es la glucosa (carbohidratos) o coloquialmente conocida como azúcar.

La propuesta del doctor Wilder era realizar una dieta rica en grasas, de donde se obtendrían los CC, y pobre en carbohidratos, mostrando mejoría en los pacientes epilépticos. Fue entonces cuando nació la dieta cetogénica. Los resultados de esta propuesta se fueron difundiendo con el paso del tiempo, sin embargo, su uso se dejó a un lado por la aparición de los primeros fármacos para las crisis epilépticas (anticomiciales) y por la dificultad para mantener este tipo de dieta durante un tiempo prolongado. Sin embargo, hace poco más de 20 años se retomó el uso de la DC para el tratamiento anticonvulsivante, sobre todo en pacientes con epilepsia refractaria (ER). Ésta es aquella en la cual, a pesar de que los pacientes lleven una prescripción farmacológica adecuada, no presentan ninguna mejoría, incluso se ve todo lo contrario, al grado de que las crisis impiden un desarrollo apropiado en los pacientes, provocando un deterioro progresivo del sistema nervioso; este tipo de epilepsia se diagnostica en niños.

Lo que se busca al realizar una dieta cetogénica es semejar los cambios bioquímicos asociados con el ayuno y así conseguir el efecto que éste ejerce en el control de las crisis convulsivas. El organismo está sometido a un estado anabólico en el ayuno, de esta manera la DC lo obliga a utilizar los nutrimentos que se encuentran en más abundancia, las grasas, como fuente de energía.

En varias ocasiones se ha demostrado que los niños con ER que han llevado la DC, al menos 50% de ellos mostraron una mejoría significativa en sus crisis convulsivas. Cabe destacar que antes de iniciar con el tratamiento se debe evaluar al paciente, la DC no es igual para todos los pacientes, ésta debe ser individualizada, aunque su diagnóstico sea parecido. Existen variantes dentro de los rangos que se manejan en los macronutrientes (carbohidratos, proteínas y lípidos), de los cuales se derivan los tipos de DC: DC clásica, DC con triglicéridos de cadena media, dieta Atkins modificada y dieta de bajo índice glucémico. Además, es necesario que durante los procesos de evaluación y tratamiento esté presente un grupo multidisciplinar (médico especialista, nutriólogo, enfermeras, psicólogo, etcétera) para adecuar el tratamiento y que así la intervención sea exitosa. En cuanto al tratamiento farmacológico, tiene que ir de la mano con la DC; también deberá de ser individualizado, ya que las crisis convulsivas son diferentes en cada paciente.

* Estudiante de licenciatura. Facultad de Nutrición, UAEM. laura.viverosr@uaem.edu.mx

Revista Vórtice #20 Ser humano “El sistema inmune en las buenas y en las malas”

El sistema inmune en las buenas y en las malas

Judith González Christen * autora

Todos los organismos vivientes estamos enfrentados a una gran diversidad de agresiones que alteran las funciones vitales, como pueden ser las radiaciones, los rayos ultravioleta, agentes químicos, como el plomo y el arsénico, o biológicos, como los virus y las bacterias. Las consecuencias pueden ser leves, que implican cambios que no alteran el desarrollo y las capacidades del organismo, o bien graves, como sería la pérdida de un órgano o parte del cuerpo, y hasta mortales. Ante esta gran variedad de riesgos, todos los seres vivos, ya sean microorganismos, plantas o animales, han desarrollado una serie de estrategias de prevención y reparación del daño; en los humanos se desarrolló el sistema inmune.

Cuando hablamos de un sistema nos referimos a un conjunto de diversas células, que dependen unas de las otras para cumplir funciones específicas. Así, el sistema inmune está formado por células que se generan en la médula ósea y pueden estar circulando en la sangre, los famosos leucocitos o glóbulos blancos, o bien localizarse en casi todos los órganos que forman el cuerpo. Los nombres específicos de estas células son: neutrófilos, monocitos, macrófagos, linfocitos B (que producen los anticuerpos), linfocitos T, células asesinas naturales (NK), células cebadas, eosinófilos, basófilos y células dendríticas.

Las funciones de estas células son:

  1. Vigilar que el cuerpo esté funcionando correctamente y que no haya destrucción de células ni presencia de células viejas o dañadas, así como detectar cuando un parásito ha ingresado al cuerpo.
  2. Si detectan algún cambio, dar una señal de alarma para limitar el daño y eliminar las células dañadas o los microbios.
  3. Diferentes tipos de leucocitos van a contraatacar. Así, si hay bacterias o células muertas, se las van a comer, pero si el agresor está dentro de una célula propia (como en el caso del cáncer), otros leucocitos van a hacer que sólo las células “enfermas” mueran. Los linfocitos B van a producir anticuerpos para marcar específicamente qué es lo que se tiene que eliminar, para que no haya errores. También hay un grupo de leucocitos cuya función es dar las órdenes adecuadas para que las demás células actúen cuando tienen que hacerlo.
  4. Cuando ya está controlado totalmente el daño, algunos leucocitos envían señales para que se mueran los leucocitos superactivados; de esta forma se evita que empiecen a atacar a las células sanas.
  5. Una vez que el peligro ha sido eliminado, se requiere reparar el daño. Para ello, algunas células “barren” los desechos celulares y secretan moléculas que permiten el crecimiento de nuevas células sanas y la regeneración del tejido.

Es así que el sistema inmune trabaja para protegernos de cualquier cambio en las buenas, pero en las malas…

En algunas personas pueden ocurrir reacciones inadecuadas que conduzcan a dos situaciones muy graves: a) que no haya suficientes células y moléculas para funcionar correctamente, a lo que denominamos inmunodeficiencias, o b) que fallen los mecanismos que evitan que los leucocitos ataquen a las células sanas, o autoinmunidad.

Las inmunodeficiencias se pueden deber a que los padres heredan alteraciones en los genes involucrados en la formación de algún elemento del sistema inmune, por lo que el bebé nace ya con defectos. Como vimos, son muchas células y moléculas las que participan, así que si se trata de una molécula que no es muy importante, la persona puede llegar a ser adulta, aunque sería propensa a infecciones y cánceres. Sin embargo, si el defecto afecta a una célula importante, le puede costar la vida en los primeros meses, ya que no es capaz de combatir infecciones.

En otras personas, esto puede ocurrir por agentes externos, como los virus, por ejemplo el VIH, que mata los linfocitos T y provoca el SIDA; o por medicamentos que destruyen las células que producen la sangre, como algunos utilizados para tratar el cáncer. Incluso el envejecimiento y la desnutrición pueden provocar inmunodeficiencias severas. Por eso, en estas personas son más frecuentes las enfermedades intestinales, respiratorias y el cáncer.

Por otro lado, el sistema inmune de algunas personas puede tener alteraciones que le impidan diferenciar correctamente a un agente extraño y peligroso, de uno que no causa algún problema. Es el caso de las alergias, o mejor llamadas hipersensibilidades. Por ejemplo, en algunas personas, los linfocitos B producen anticuerpos que se unen a una proteína del cacahuate, de forma que cuando el sujeto lo consume, se desencadenan señales de daño y se activa el sistema inmune. Pero, como no hay un verdadero peligro, termina dañando al propio organismo. Otra alteración se debe a que las mismas células de la persona atacan a su cuerpo. Por ejemplo, en las personas que tienen diabetes juvenil (o tipo I), se encuentran leucocitos que destruyen el páncreas, que es el que produce la insulina para controlar los niveles de azúcar en la sangre.

* Profesora Investigadora de tiempo completo. Facultad de Farmacia, UAEM. judith.gonzalez@uaem.mx

Revista Vórtice #19 Secretos de la materia “Omega-3 como neuroprotector”

Omega-3 como neuroprotector

Jorge Luis Martínez Osorio * autor

A lo largo de la historia, los omegas se han obtenido a través de la dieta, sin conocer los beneficios que conlleva su consumo. Tienen un gran aporte para la prevención de enfermedades, principalmente neurodegenerativas, las cuales se pueden definir como aquellas que con el paso del tiempo van avanzando y provocan un daño gradual, tanto físico como mental. También previenen las enfermedades cardiovasculares, que afectan el corazón y los vasos sanguíneos, por ejemplo: presión alta e infarto al miocardio. Entre los beneficios se destacan acciones neuroprotectoras; esto quiere decir que brindan protección a las neuronas y crean un ambiente favorable en el cuerpo para no desarrollar cierto tipo de afecciones.

Hasta el año 2006 se dieron a conocer los beneficios de los omegas, sobre todo de los omega-3; esto debido a que se realizaron estudios sobre el estilo de vida de la población europea, que se caracteriza por consumir una dieta mediterránea, la cual se basa en su mayoría en el consumo de semillas, pescados, aceites y vid, que son los principales alimentos ricos en estos ácidos grasos (omega-3). Un estudio reveló que esa población era menos propensa a padecer enfermedades cardiovasculares, al igual que neurodegenerativas, por el gran consumo de omegas presentes en su dieta.

Los omega-3 son ácidos grasos de cadena larga, los cuales son esenciales para la especie humana, ya que no los biosintetiza, esto quiere decir que el cuerpo no los puede elaborar; se pueden obtener mediante la dieta y provienen de los ácidos eicosapentaenoico (EPA ) y docosahexaenoico (DHA),los cuales se pueden encontrar en las profundidades del mar, en los pescados grasos o pescados azules, como lo son el arenque, la sardina, el salmón y la anchoa, entre otros. El consumo de este tipo de especies marinas de color azul puede tener alguna utilidad en los tratamientos o en la reducción de afecciones de distintas enfermedades, como problemas cardiacos o neurodegenerativos, además se ha observado que tiene un efecto positivo contra la inflamación.

Las enfermedades neurodegenerativas siempre han existido, pero se relacionaban mayormente con factores hereditarios, edad, nivel socioeconómico y ocupación laboral; en los últimos años se ha encontrado una relación de estas enfermedades con la dieta, sobre todo con los omegas. Hoy en día su consumo en la dieta se propone para la prevención y/o tratamiento de estas enfermedades, ya que tienen un fuerte impacto.

Se han hecho estudios que demuestran que un consumo deficiente de omega-3 produce pérdida de la memoria y de la agudeza visual, problemas de aprendizaje y alteraciones cognitivas que implican una deficiencia en las funciones básicas, como el habla, la atención e incluso el comportamiento, y que puede desencadenar en enfermedades como la demencia y delirios. Lo mismo pasa en las enfermedades neurodegenerativas; los pacientes que presentan la enfermedad de Alzheimer tienen bajas concentraciones de omega-3 en el cerebro y la sangre.

El papel principal del omega-3 es a nivel del sistema nervioso, especialmente en el central, pues ayuda al desarrollo cognitivo, auditivo, visual y a la memoria del aprendizaje.

La principal causa del Alzheimer es la edad, ya que con ella se van oxidando mayormente las neuronas. Los omega-3 actúan como protectores de éstas, en conjunto con otros antioxidantes (naturales), por eso es importante consumir omega-3 en la dieta diaria, ya que si tenemos buen consumo desde jóvenes, podemos prevenir la aparición de la enfermedad. Estos ácidos grasos se proponen como tratamiento porque actúan retardando el progreso del Alzheimer y disminuyendo los síntomas. Cabe aclarar que esta enfermedad no tiene cura. Para su tratamiento se pueden utilizar suplementos de omega-3 en la dieta, además de ácidos grasos y antioxidantes.

Este tratamiento aún está en evaluación, ya que su descubrimiento es relativamente nuevo, pero mediante los diversos estudios que se han realizado en pacientes con esta enfermedad, se ha demostrado que sí se tiene una respuesta favorable. Por ello se busca fomentar un mayor consumo de omega-3 en la población, ya que se demostró que tienen un papel importante en el organismo, previniendo enfermedades neurodegenerativas y cardiovasculares.

* Estudiante de licenciatura. Facultad de Nutrición, UAEM. luis19azu@gmail.com

Revista Vórtice #19 Ser humano “¿Qué tanto sabes sobre las dietas?”

¿Qué tanto sabes sobre las dietas?

María Fernanda Cano Bernal * Autora

Actualmente han surgido enfermedades crónicas que están relacionadas directamente con el estilo de vida y la alimentación, ya que se consumen mayormente alimentos procesados, que son ricos en grasas saturadas, azúcares y sodio, y que son a los cuales se atribuye la aparición de enfermedades, aunque también se deben a problemas genéticos que pueden desencadenar una deficiencia de alguna enzima o mal funcionamiento del organismo.

Dieta Paleolítica

Se basaba en alimentos de origen animal. Como ahora sabemos, la alimentación de nuestros antepasados era escasa y la caza de animales que tenían a su alcance era la opción más satisfactoria para ellos. En la actualidad existen diversas civilizaciones, las cuales aún sobreviven con base en esta dieta, civilizaciones aisladas del mundo actual, que habitan, por ejemplo, en zonas tropicales. Sin embargo, no sólo se practica la caza de animales, sino que también se practica la agricultura. Realizar un estimado de nutrientes de estas civilizaciones nos podría dar una noción de los que son “genéticamente benéficos” para la humanidad en la actualidad, dependiendo de la ascendencia o de la zona geográfica para que, de esta manera, estos nutrientes puedan ser mejor aprovechados, e incluso usados para la prevención de enfermedades.

En comparación con la dieta actual (carnívora), existe una diferencia no sólo en el tipo de animal, sino también en la calidad de la carne; por ejemplo, hace millones de años los animales tenían un porcentaje de grasa inferior al de los animales domesticados utilizados para el consumo humano, tomando en cuenta que eran “libres”, entonces el ejercicio de la supervivencia era lo que aumentaba su porcentaje muscular y disminuía el porcentaje de grasa. Por lo tanto, la cantidad de calorías era menor y la cantidad de proteínas era mayor por gramo de carne, lo que se ve reflejado en la actualidad con la tasa de enfermedades relacionadas con la obesidad.

 Hablando de los alimentos de origen vegetal, la alimentación se basaba en distintos granos y cereales, plantas silvestres, etcétera. Actualmente se conocen sus propiedades, como los aminoácidos, que contienen un nivel óptimo de proteínas y bajo de calorías; esta dieta se basa en el aumento de proteínas y disminución de calorías, como era utilizada por nuestros antepasados. Planteando más estudios sobre esta dieta se pueden prevenir enfermedades o tratar algunas con base en ella.

Dieta DASH

La dieta DASH (Dietary Approaches to Stop Hypertension, que significa estrategias dietéticas para detener la hipertensión) es un plan de alimentación que ha sido utilizado con el fin de disminuir la presión arterial, donde no se necesita tratamiento farmacológico.

Características de la dieta:

  • Consumo limitado de sodio (1500-2300 mg/día)
  • Baja en grasas saturadas y colesterol
  • Promueve el consumo de frutas y verduras, obteniendo así grandes cantidades de minerales como potasio, calcio y magnesio
  • Fomenta el consumo de cereales con alto contenido de fibra

En este plan alimenticio se recomienda el consumo de:

7-8 porciones de cereales
4-5 porciones de verduras
4-5 porciones de frutas
2-3 porciones de lácteos descremados
2-3 porciones de aceites y grasas
2 o menos porciones de carne, pollo, pescado
5 porciones de azúcares por semana

El consumo de alimentos procesados contribuye a un aumento de la presión arterial, ya que tienen un alto contenido en sodio, por esa razón se recomienda disminuir su consumo.

Dieta Cetogénica

Consiste en un alto consumo de lípidos, es baja en carbohidratos y con un valor adecuado en proteínas; así, la mayor parte de la energía se obtiene de los depósitos de grasa y de los ácidos grasos, y esto evita la producción de metabolitos antioxidantes y genera un aumento en la producción de energía en el tejido cerebral.

Esta dieta surgió por la necesidad de controlar ataques de epilepsia, a raíz de un estudio en niños y adultos realizado por Guelpa y Marie a principios de 1920. Tiene como objetivos mejorar las crisis y el patrón electroencefalográfico, evitar el deterioro neurológico y mantener un correcto crecimiento y desarrollo del niño.

Con la evolución del hombre y de la ciencia, han surgido nuevas alternativas para el control y prevención de enfermedades a través de las dietas,que son una parte fundamental de nuestra vida.

* Estudiante de licenciatura. Facultad de Nutrición, UAEM. 106.mfcb@gmail.com